Los unguentos sobre la mesa pentimen sigilo
libros, anteojos, ceniceros.
Hay un dibujo en el cuerpo
percute como una loba su silencio de peste y yo
recoleto
estibo espinas de cazòn en secreto.
Un espìritu gatea
mueve las fichas
se deja caer
levanta del piso monedas perdidas.
Vino de la orfandad
mortaja porteña.
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