domingo, diciembre 26, 2010

Mientras la canilla gotea

Mato el tiempo bajo un cielo tanguero leyendo papeles de barro que hablan del sol cayendo sobre la Villa 15.
Mato el tiempo escuchando a las Madres en la plaza, a los murgueros en la calle, a las presas y a los locos en sus confines.
Mato el tiempo abrazándote, nunca tibiamente.
Mato el tiempo despanzurrándome en el parque, un pajarito me dice "Ey don, es inútil que pierda el tiempo aquí; de madrugada se llevan toda la basura que encuentran inclusive los cuerpos".
Mato el tiempo mirándote a los ojos, nadando en ellos,
siempre flotando
torciendo el pliegue del vals serenata
como quien se tuerce un tobillo subiendo a la vereda.
Mato el tiempo a naranjazos y sin embargo no dejo de hacerme la misma pregunta que se hacía San Agustín hace 1600 años recostado sobre un buxus africano.
¡Ah si pudiera ingresar por los vericuetos del tiempo y esparcirme entre sus fugaces nubes!
Es a la sombra del fantasma que medito estos versos
y es porque no hay tiempo alrededor que los escribo.