miércoles, noviembre 07, 2012

Leer en la oscuridad o Incidente en la red de alta tensión

Todos esperamos la venida de primavera como quien espera el retorno de una buena amiga que esta por llegar después de una larga ausencia.
Sin embargo ella, la primavera, no se hizo esperar demasiado. Apenas unos nueve
meses desde su última visita. Un embarazo estacional.
Después del verano es el invierno lo que deseamos con secreta lealtad. Calidamente frío, sus vientos envuelven la apacible virtud de nuestro cuerpo, ansioso por recuperar su textura apaleada por el calor.
Y así la vamos llevando, comprensivos con la naturaleza que, sabia, una y otra vez nos explica que lo que se repite es el grafismo 21 de marzo, pero el otoño real nada tendrá en común con el del año anterior. Ha sido siempre así y así será hasta el fin de los tiempos.
Entonces ¿que esperamos cada tres meses con tanto candor?
¿Qué novedad, que reemplazo, cual es la incertidumbre?
Tal vez la respuesta, finamente cincelada por el sol, el viento y la noche, este oculta en nuestro cuerpo, que es el texto que la naturaleza lee todos los días de nuestra vida, a veces con pasión borgiana, otras con desamor y alevosía, para nutrirse del saber que ella necesita para ilustrarnos después a nosotros sobre el camino en el que andamos.
Y cuando falta energía ella lee igual porque la piel humana siempre despide luz en su diversidad.
Por eso, cuando la ciudad donde vives colapsa y nadie sabe muy bien que hacer salvo comprar velas, procura leer a ciegas el texto de la naturaleza, que aunque tiene un final abierto, lo deberemos seguir escribiendo con nuestra luz, la misma que otros llaman sangre, inevitablemente.
En esa asociación inexpugnable se sustenta la pirámide.
La naturaleza nos lee y nosotros la leemos a ella. Después juntos escribimos el texto.
Estación por estación. Página por página. Renglón por renglón. Palabra por palabra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Empujando sueños como dice el Huayno.

Romulo Schmidt dijo...

No escuro, as pessoas se orientam pela voz. Nas trevas da ignorancia, nos orientamos por belas palavras ditas por poetas.

um abracadabraço