viernes, junio 28, 2013



Un domingo de abril de 1982 en Florianópolis, mientras comíamos unos ñoquis con tuco y discutíamos sobre la guerra en Malvinas, mis dos amigos comenzaron a retratarme. Tomaron tales recaudos al finalizar la tarea y se los veía tan entusiasmados con la cosa que no pude evitar proteger ese trabajo despuès de la policía, de las malas costumbres, de las lluvias desmedidas de junio, de las fauces del óxido de hierro de los perros de las fronteras y del húmedal del destierro.
Pasaron más de treinta años y nada pudo tajear demasiado este hermoso regalo que me hicieron mis dos grandes y queridos amigos, el Boyo Eduardo Quintana y Alberto Cedrón.

Mandela dormido


Mandela dormido




No me quieres casto, tu me quieres negro
Me quieres oscuro cubierto de lodo
Me quieres bien prieto, me quieres pomada
Si es posible petrolero y nada enjabonado.

Me quieres africano preso en un vil barco
Barro en un agujero perdido en la nada
Me pretendes moro, cabecita, narco
criollo, paraguayo, bolita camarada.

Me quieres negrazo de un ébano colgado
Chocolate amargo de amargor frutado
Oculto en las sombras de un túnel funerario
Perdido en las sombras de claustrofóbico armario

Me quieres morocho que arrima con choto
Aquí y en la noche del terco canario
Dices amarme loca y ciegamente
Mas te veo soñar cada noche lo contrario.