Zeus amó 9 noches seguidas a Mnemósyne, la diosa de la
memoria, una especie de tía de Zeus, hija de Urano y de Gea. De esas noches de
amor surgieron las nueve musas que son las que cantan el origen del mundo y la
aparición de la humanidad y en todo caso la gloria de los dioses.
Las musas son hijas de la memoria y tienen mucho que ver con
el arte, la lírica, la dramaturgia: la palabra música viene de allí.
La memoria a veces parece transmutar en el tiempo como en una
suerte de inversión donde el pasado se hace presente y donde el ritmo de la
vida cotidiana se altera y aquello que fue, con destino de no volver a ser,
vuelve a ser.
Se repite, como una especie de trampa.
El ser humano busca en la memoria ni más ni menos que la
verdad y en su origen la palabra verdad significa “sin olvido”.
Son, la verdad y la memoria, espacios sagrados vinculados
también con el alma.
Cuando el olvido, que es la ignorancia, pareciera tomar las
riendas de la historia, volvemos a empezar a estar en peligro.
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