Allá por 1990 Luis Alberto nos invitó a su hermano Gustavo y
a mí a comer un pulpo que él mismo iba a
cocinar en su casa de la Av.
Elcano , donde vivía en aquel entonces con su familia.
Juntos compramos unos vinos y en el camino de vuelta quedamos de acuerdo en que
la salsa para acompañar al cefalópodo la a preparaba yo.
Piqué ajo, cebolla, perejil, algún morrón, puse la sartén
sobre un tenue fuego, le eché una dosis
de aceite y sin esperar que calentara mandé la cebolla. Luis, que estaba en
la cocina adobando al pulpo echó una relojeada a mi actitud y me espeta, incrédulo:
No esperaste que calentara el aceite
No tiene ninguna importancia, le respondí, la cebolla no necesita que el aceite este caliente y
entramos en una discusión acalorada que declinó cuando arteramente le
dije que ese procedimiento era creación Francis Mallman, (cocinero que él
adoraba, a punto tal de querer componerle una canción)
Después de comer y beber con pasión cristiana, nos sentamos
en otra mesa a tomar café y Luis nos hace escuchar algunas canciones del
todavía inédito Pelusón of milk. Cuando aparece el tema “Bomba azul” una frase
me conmueve hasta hacerme saltar un lagrimón “Pasará al edén como las
palabras, bomba azul, con su dentellada
herida y su inspiración". El flaco, como en la cocina, detecta
la situación, me mira y con su voz mas deforme comenta “es por culpa de esa cebolla mal frita”
en otra mesa a tomar café y Luis nos hace escuchar algunas canciones del
todavía inédito Pelusón of milk. Cuando aparece el tema “Bomba azul” una frase
me conmueve hasta hacerme saltar un lagrimón “Pasará al edén como las
palabras, bomba azul, con su dentellada
herida y su inspiración". El flaco, como en la cocina, detecta
la situación, me mira y con su voz mas deforme comenta “es por culpa de esa cebolla mal frita”