domingo, mayo 28, 2006

lodo

Una era Candela, la otra me parece que Karina o Tamara, eran tres y una bacteria se las devorò tan temprano que ya nadie las nombra, ni siquiera el pasquìn mas argentino. Vaya cosa rabiosa esto de ser y no ser, el diablo en el cuerpo, el frìo del hipotàlamo zarpando mordiscones en la yugular, romàntica ceremonia de medias reses colgando de una respiraciòn chiquitita, tres angustias, tres salmonelas, tres dalias, dalilas o sansonetas en el acuario del agua de la nada.
Miseria de la naturaleza embaucadora, naturaleza porfiada que hace llorar primero siempre a los mas dèbiles, enjaulados en laudes laudatorios, en jabones bolivianos, en estrellitas que explotan de puta pus convulsa en un granito de polvo de leche, nido de culebras hervidas por la Nestlè en cacerolas del ¿2001? ¿1976? ¿1955?
¿Y vos, como llamabas a tu papi?, ¿Còmo le decìas a tu mami? ¿Dònde iban a pasear en primavera? ¿A Disney? ¿A Hurlingan? ¿a Mar de pajas?
No imagino nada
O sì, me las imagino entre copa y copa, entre basto y basto, a las tres, rompiendo un contrato de laburo, o una clàusula no imponible, o un documento inalterable, o un artìculo apostòlico o algo asì.
Me las imagino rompiendo algo en el tejido del tiempo, con arañazos de quien fue enterrado vivo y rasga el cajòn para zafar de la muerte o del sepulcro, las imagino dulces y fuertes aprendiendo a jugar a no morir, y esta vez para siempre. Me las imagino llenas de gracias, benditas ellas son entre todas las mujeres. Y entre todos los hombres. Las tres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

lleno eres de inspiración

Anónimo dijo...

Fuerza bruta para una historia brutal.