martes, enero 17, 2012

Acentos

Desde un octavo piso el viento cruza los muebles
se monta sobre la mesas
indaga en los papeles todo lo que se haya escrito sin su bendiciòn.
Algo muy particular pasa con los diarios y el viento.
Se rechazan.
Lo impreso en la piel bucea en curvas muy pronunciadas como cuando miramos el cielo sin ubicación preferencial
por eso el viento prefiere no leer los diarios.
La ciudad de buenos aires está ocupada por catamaranes y camarones.
Hay que estar muy atento sobre todo si uno camina por el pasaje San Mateo
el brillo de los pájaros es de una inquietante salud e inevitablemente nos encontramos con personas soñadas.
Volviendo al octavo piso
se ven los árboles desde una perspectiva triunfal
los fantasmas atesoran dibujos rotos y el cielo no es el mismo que vemos desde el llano.
Hay una abuela que vuela y no nos vela
hay una densa ensaladera tropical y salvo el invierno, todo parece rojizo.
El jardín botánico merece un párrafo aparte
Tom Jobim sabe de que hablo
uno se menea entre tantas hojas llenas de tapires
balbucea palabras sin acentos
rompe el distanciamiento de todo lo que no sea medidación y alevosía.
Sube al octavo piso de tu alma y deja que el ascensor te eleve mas allá de Alá!
Los incendios nos protegen del exilio y la escalera después de todo es un cielo en carretilla
un estado más del edificio azul como mi cuarto del octavo piso.
Grande y terca es la mirada del oso panda que habita en mi
suave el ronroneo dulce el despertar.
Nadie que ame volar descalzo se lanzarà jamás al vacio inclemente de la planta baja.
Junta tus petates hazte de algunas monedas y ven a conocer la magia de haber nacido en Buenos Aires.
Volverás desconocido.

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